Antes de convertirse en el esplendoroso complejo que se inauguró en 1970, la avenida Mirador del Sur era una propiedad silvestre y montaraz, prácticamente descuidada, que ocupó Héctor Trujillo (Negro), cuando le fue expropiada a la familia Henríquez, cuyos miembros, casi todos, se declararon enemigos del régimen.
El hermano del tirano tenía allí una casa de campo y un almacén donde, tras el tiranicidio, se descubrió su fortuna millonaria en efectivo. Al ocurrir el ajusticiamiento, el ex Presidente Títere mandó a buscar tres cajeros del Banco de Reservas para que le contaran ese dinero que conservaba en fundas de papel y cajas de zapatos.
El ingeniero Felipe Martínez Brea (Felipillo) conoce esa y otras historias de la inmensa y concurrida arteria porque junto a otros colegas dirigió los trabajos de esa transitada vía que es parque, reminiscencia del pasado indígena, lugar de esparcimiento de niños y adultos y espaciosa área donde se ejercitan hombres y mujeres en horas de la madrugada y al atardecer por lo que al nombre original de Avenida Mirador del Sur, con el que la bautizó Joaquín Balaguer, su ideólogo, se le ha agregado el de Avenida Paseo Mirador de la Salud.
Martínez Brea visitaba a diario ese lugar de trabajo que encontró salvaje y que el ex mandatario conoció por su estrecha relación con los Trujillo. Para iniciar la construcción, cuenta, se emplearon en las demoliciones 200 cajas de dinamita.
Antes de 1968, cuando se inició la obra, los terrenos formaban parte de la finca llamada Engombe. La Oficina Técnica de la Presidencia, que dirigía el ingeniero Bienvenido Martínez Brea (Bebecito), tuvo la responsabilidad de la construcción, pero se involucraron directamente en las labores los ingenieros Felipe Martínez Brea y Gilberto Pagán. El puente de hormigón post tensado que cruza la avenida Italia lo construyó el ingeniero Rafael Bonnelly, recuerda don Felipillo.
Con una longitud de seis kilómetros, explica, el costo de la avenida ascendió a dos millones de pesos, mientras que en el puente de hormigón se invirtió un millón.
El Parque Mirador tiene una longitud de seis kilómetros, el creador fue el arquitecto Cristian Martínez, quien hizo un primer tramo de dos kilómetros. El segundo tramo correspondió a los arquitectos Eugenio Pérez Montás y Manolito Valverde, y Quiquí García construyó el tercero, recuerda.
Esta valiosa documentación que guarda en su privilegiada memoria el ingeniero Felipe Martínez Brea no se consignó en las crónicas de la época, que se limitaron al aspecto ornamental y al acto inaugural, tal vez porque la obra fue criticada bajo el alegato de que era una suntuosidad mientras había tantos dominicanos sin techo y otras necesidades más prioritarias.
Ese complejo de la avenida Anacaona, el parque y la avenida Mirador no le costó un centavo al Estado, no salió del Tesoro Nacional, porque con la venta del solar, sobró. Al venderse, se conservó una faja de millón y medio de metros, se guardó esa faja porque una parte de los terrenos era de los Henríquez, la que ocupaba Negro, entonces Balaguer le devolvió su propiedad, pero el Estado se reservó, por la plusvalía, una faja de millón y medio de metros y la parte de atrás fue la que se devolvió a los Henríquez. Calcula que, en total, se emplearían probablemente menos de diez millones de pesos.
Comentó que tanto él y otros profesionales de la construcción de la época fueron sufridos de obras, debido a las críticas constantes. La avenida Mirador, refiere, la hicimos bajo un bombardeo de censura, pero él entiende que Balaguer tenía criterio de estadista, que fue un visionario que se proyectó más allá del tiempo, el ciego que más veía. Sabía que ese era uno de los pulmones que iba a permanecer mientras la ciudad siguiera creciendo hacia arriba.
El ex gobernante, añade, se reía discretamente de sus atacantes, consciente de que se generaba el dinero ahí mismo y sobraba, refiere don Felipe, quien dice conservar gratos recuerdos de esa tarea, sobre todo porque nunca hubo un accidente.
Oíamos el pensamiento de Balaguer y nos dábamos cuenta de que esa avenida hacía falta. Cuando Morgan regaló a Nueva York el Parque Central, fue criticado, como era natural en esa época, sin embargo, ese hombre ha sido bendecido la vida entera porque el pulmón de Nueva York es el Parque Central. Lo mismo pasó con el Mirador, ahora resulta que es la Avenida de la Salud.
Mirador del Sur
Caminando por esa ruta mientras se realizaban los trabajos, Joaquín Balaguer vio que lucía como un mirador, y como era elevado y se veía el mar pues por ahí no había entonces edificaciones, era un paisaje extraordinario, abajo no había nada excepto la urbanización Honduras, entonces él sugirió que se le llamara Avenida Mirador del Sur, narra el ingeniero Felipe Martínez Brea.
Piensa que se debe mantener su nombre primigenio, el que le puso Balaguer, y es muy apropiado porque, indudablemente, es un mirador. Se extiende desde la avenida Winston Churchill hasta la avenida Isabel Aguiar. Cuando se empezó la obra, en 1968, las únicas construcciones del entorno eran el hotel El Embajador y su cancha de polo. Al hotel se llegaba por la avenida Sarasota, después, señala don Felipe, todo eso era monte.
Inauguración
El parque y la avenida Mirador del Sur fueron inaugurados el 25 de diciembre de 1970 con la bendición de monseñor Octavio Beras, el discurso de Manuel Alsina Puello, secretario de Obras Públicas y el corte de la cinta simbólica a cargo de Consuelo Castro de Alsina. La vía, pavimentada en hormigón asfáltico caliente, se describía con muros de contención, bancos, nueve miradores, zonas de estacionamiento y áreas embellecidas para parques en el farallón que, según Martínez Brea, se extiende hasta el Faro a Colón.
Tenía también, decían las notas de periódicos, un Paseo de los Indios con una anchura promedio de 150 metros, paseos pavimentados para peatones, estanques y lagos artificiales, fuentes, pistas para patinaje y bicicleta, flores y plantas, sistemas de irrigación de jardinería por aspersión, espejos de agua, estatuas de indios, muro ornamental en toda su longitud, juegos infantiles, zonas de recreo para menores, iluminación con lámparas de mercurio, sanitarios para damas y caballeros, cuartel de policía, kioscos de expendio de refrescos, biblioteca, servicio telefónico, sistema de abastecimiento de agua potable, estanques, estación de tren…
El ex Presidente Joaquín Balaguer caminaba todas las tardes con su séquito de colaboradores por la avenida Mirador del Sur, antes y después de haber perdido la visión. Periodistas se acercaban a entrevistarle, simpatizantes a saludarlo o a pedirle favores. La transitaba estando dentro o fuera del poder. Cuando gobernaba, se cerraba el tránsito de vehículos durante su tiempo de caminata.
Texto: Angela Peña
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